Al abordar el tema del precio de la tierra hay dos tipos de preocupaciones —de índole teórica y metodológica— que merecen ser afrontadas de entrada. Respecto a las primeras, un criterio excesivamente rígido de lo que se entiende por mercancía nos situaría frente a la paradoja de un bien que genera un precio, pero que carece de valor al no ser un producto específico del trabajo humano. Sin embargo, si aceptamos llamar mercancía a aquello que es comprado y vendido (y, por tanto, circula) en unas relaciones capitalistas de producción y distribución, no deberíamos tener reparos al hablar de precio de la tierra: igual que se compra la fuerza de trabajo, también se adquiere en el mercado este mediode producción que es la tierra.